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15 Jeremías extendió la mano derecha, le dio a Judas una espada de oro y le dijo: 16 «Toma esta espada santa, que Dios te da; con ella destrozarás a los enemigos.»

17 Reconfortados con las elocuentes palabras de Judas, palabras capaces de inspirar valor y de convertir en hombres fuertes a los jóvenes, los judíos resolvieron no quedarse en el campamento, sino lanzarse valientemente a la ofensiva y, con todo el valor posible, luchar cuerpo a cuerpo y resolver su situación, puesto que Jerusalén y la religión y el templo estaban en peligro.

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